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Facultad de derecho y criminologia Matricula: 1246870 Aula:101

martes, 29 de noviembre de 2011

BIOGRAFÍA DE ASESINOS SERIALES.



ANATOLY ONOPRIENKO.

Anatoly Onoprienko (en ucraniano: Анатолій Онопрієнко, (Zhytomyr, Ucrania, 25 de julio de 1959) es un asesino en serie ucraniano. Conocido con los sobrenombres de "La Bestia de Zhitomir", "El Exterminador" y "Ciudadano O". Después de que la policía arrestara a este estudiante guarda forestal de 37 años el 16 de abril de 1996, Onoprienko confesó haber matado a 52 personas.1 2

Onoprienko, de 39 años, estatura media, aspecto de deportista, racional, educado, elocuente, dotado de una excelente memoria y desprovisto de piedad. Soltero, padre de un niño, reconoció haber tenido una infancia muy difícil: su madre había muerto cuando él tenía 4 años, y su padre y su hermano mayor lo habían abandonado en un orfanato. De adulto, para ganarse la vida, se había embarcado como marino y había sido bombero en la ciudad de Dneprorudnoye. Luego había emigrado al extranjero para trabajar de obrero durante ese tiempo, pero confesó que su fuente primaria de ingreso era criminal: los robos y asaltos.

Los hechos delicitivos de Onoprienko empezaron a finales de los 80. En 1989, él junto a su socio Serhiy Rogozin robaron y mataron a nueve personas. Con la policía en su búsqueda, Onoprienko optó por abandonar el país ilegalmente para recorrer Austria, Francia, Grecia y Alemania, en dónde estaría seis meses arrestado por robo y luego sería expulsado.
En 1995, volvería a Ucrania donde volvería a matar y a establecer una oleada de crímenes y de terror en la región de Zhitomir. Entre el octubre de 1995 y marzo de 1996, mató a 43 personas más. La Nochebuena de 1995 se produjo el ataque a la aislada vivienda de la familia Zaichenko. El padre, la madre y dos niños muertos y la casa incendiada para no dejar huellas. Seis días después, la escena se repetía con otra familia de cuatro miembros. Hasta ocho familias fueron agredidas y asesinadas por Onoprienko durante aquellos seis meses en las regiones de Odesa, Lvov y Dniepropetrovsk.

Y es que éste solía ser el modus operandi del asesino. Entraba a una casa poco antes del amanecer, reunía a los habitantes y mataba a los hombres con un arma de fuego y a las mujeres y a los niños con un cuchillo, un hacha o un martillo. Después, prendía fuego a la casa y si alguien tenía la mala suerte de cruzarse en su camino, también terminaba muerto. Incluso mató en su cuna a un bebé de tres meses, asfixiándolo con una almohada.
Anatoli Onoprienko siguió los pasos del legendario Andrei Chikatilo. Ambos mataron al mismo número de víctimas, pero son muy diferentes. Chikatilo, ejecutado en 1994, era un maniaco sexual. Sólo mataba mujeres y niños, cuyos cuerpos violaba y mutilaba. A veces se comía las vísceras. Nada de esto aparece en el expediente de Onoprienko, un ladrón que mataba para robar, con inusitada brutalidad y ligereza, pero sin las escenas del maniaco sexual. Onoprienko supera a Chikatilo por el corto periodo en que realizó su matanza: seis meses frente a doce años.

Estas matanzas incitaron a la segunda investigación delictiva más grande y complicada en la historia ucraniana después de la iniciada para la detención de Andrei Chikatilo. El gobierno ucraniano envió una buena parte de la Guardia Nacional con la misión de velar por la seguridad de los ciudadanos y movilizó a más de 2000 investigadores de las policías federal y local.

Los policías empezaron a buscar a un personaje itinerante y elaboraron una lista en la que figuraba un hombre que viajaba frecuentemente por el sudoeste de Ucrania para visitar a su novia. El perfil del asesino correspondía a un personaje itinerante por la zona sur del país.
En marzo de 1996, El Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) detuvieron al joven de 26 años Yury Mozola como sopechoso de los asesinatos. Durante seis días, los miembros de seguridad torturaron al detenido mediante fuego y cargas eléctricas.3 Mozola se negó a confesar los hechos y murió en medio de la tortura. Siete responsables de la muerte fueron encarcelados por ello.4
[editar]Apresamiento del asesino

Al fin, todas las sopechas fueron cayendo hacia Onoprienko. Las pruebas definitivas las hallaron en el apartamento de su novia y su hermano, encontraron una pistola robada y 122 objetos pertenecientes a las víctimas. Cuando la policía le pidió los documentos en la puerta de su casa, Onoprienko no les quiso facilitar la tarea, e hizo un esfuerzo vano por conseguir un arma y defenderse.

Cuando fue apresado, confesó inmeditamente ocho crímenes perpretados entre 1989 y 1995. Aunque negó el resto de asesinatos, muy pronto admitió que su lista ascendía a 52 en seis años de cacería. Pero no se arrepentía de ninguno de sus actos. En un momento determinado de la investigación, el acusado afirmó que oía una serie de voces en su cabeza de unos "dioses extraterrestres" que lo habían escogido por considerarlo "de nivel superior" y le habían ordenado llevar a cabo los crímenes. También aseguró que poseía poderes hipnóticos y que podía comunicarse con los animales a través de la telepatía, además de poder detener el corazón con la mente a través de unos ejercicios de yoga.

Juicio a Onoprienko

El 23 de noviembre de 1998, se iniciaba en Zhitomir el juicio. En la sala se contraponía los gritos de un público enloquecido que reclamaba la cabeza del acusado con la calma de Onoprienko. El asesino seguía sin arrepentirse de ninguno de sus crímenes.
El juicio fue uno de los más complejos y costosos de la historia de la justicia ucraniana. Más de 400 testigos y centenares de especialistas pasaron por el estrado. El peritaje médico lo ha calificado como perfectamente cuerdo que puede y debe asumir las consecuencias de sus actos. El mismo se definía como un "ladrón" que mataba para robar. La acusación pidió pena de muerte para Onoprienko. Incluso, el presidente ucraniano, Leonid Kuchma, dio explicaciones al Consejo de Europa para violar en este caso la moratoria de ejecución de la pena de muerte que su país mantiene desde marzo de 1997. Al final se le declaró culpable pero la pena de muerte le fue conmutada por cadena perpétua, hasta el día 18 de septiembre de 2011, el cual será liberado bajo fianza.



NIÑOS ASESINOS EN SERIE.





Mary Bell






Nacida el 26 de Mayo de 1957 en Newcastle-upon-Tyne, Inglaterra, Reino Unido, Mary Bell, tuvo una infancia poco común comparada con la mayoría de los niños. Sus padres le prohibían hablar de casi cualquier cosa sobretodo si alguien relacionado con la policía o la policía misma se encontraban cerca. 


Su madre, Betty, era prostituta, y se ausentaba frecuentemente para viajar a Glasgow por cuestiones de trabajo. Mary fue su primera hija, la cual tuvo a los 16 años. No se sabe bien quién fue el padre biológico de Mary, aunque ella creyó gran parte de su vida que fue Billy Bell, un criminal arrestado por robo a mano armada quien se había casado con Betty tiempo después del nacimiento de Mary. Se dice qye Billy obligaba a sus hijos a llamrlo "Tío" para que su madre pudiera cobrar una pensión mensual que el gobierno otorgaba. Gente no perteneciente a la familia, señaló que Betty intentó más de una vez, matar a Mary y aparentar esto como un accidente, en los primeros años de vida de la pequeña. La misma Betty señaló tiempo después: “Yo no quería a mi hija, varias veces la traté de matar, poniéndole drogas revueltas con sus dulces, causándole sobredosis, también la usé como juguete sexual con algunos de mis clientes desde que tenía un año de edad” 



Mary, una niña que a la edad de 11 años seguía mojando la cama, aceptó que su mamá la ridiculizaba con sus amigos y con todo el vecindario cuando mojaba la cama, colocando de forma vertical el colchón en la ventana para que todos vieran que se había orinado 


Martin Brown

Mary estranguló a Martin Brown de 4 años de edad, el 25 de Mayo de 1968, un día antes de su onceavo cumpleaños, se creía que ella estaba sola al momento de cometer dicho asesinato. 

Martin fue encontrado muerto en el piso, con varios golpes y la cabeza sangrando, Mary Bell confesó que junto con Norma, llevaron al niño engañado a una construcción, y cuando se encontraba parado en una barda, Mary lo empujó, y el niño quedó inmóvil en el piso, pero consciente. 

En ese momento, Mary y Norma bajaron hasta donde estaba Martin, y al verlo indefenso, pero todavía con vida, Mary puso sus manos alrededor de su cuello y lo apretó muy fuerte, el trató de defenderse, pero tenía más fuerza que él, no lo soltó hasta que vi que ya no se movía,-Según declaró- "lo disfrute”. 

Días despues entre su primer y segundo asesinato, Mary, junto con Norma Bell(No eran parientes) irrumpieron en una guardería, vandalizando el lugar y dejando una nota donde se responsabilizaban por el asesinato de Martin. La policía de Newcastle ignoró dicho acto, pues pensaban que se trataba de una broma. 

Brian Howe

El 31 de Julio de 1968, las niñas volvieron a formar parte de un cruel asesinato, por estrangulación, del pequeño Brian Howe de 3 años de edad. Todo comenzó cuando Mary le preguntó a Pat, la hermana mayor de Brian. “¿Estás buscando a Brian?”. 

Brian era un niño de tres años, de cabello rubio, y nunca se alejaba mucho de casa cuando salía a jugar. 
Mary y su mejor amiga Norma, se ofrecieron para ayudar a Pat a buscarlo. 
La acompañaron por todo el vecindario, sabiendo perfectamente desde un principio dónde se encontraba Brian. 

Cruzaron las vías del tren, hasta llegar a la zona industrial, en donde normalmente los niños se reunían para jugar entre los materiales de construcción. 
Pat estaba muy preocupada por su hermanito Brian, ya que sólo hacía unas cuantas semanas se había encontrado muerto al pequeño Martin Brown dentro de una casa abandonada. 
Mary, señaló hacia unos largos bloques de cemento y dijo: “Puede que esté jugando entre esos bloques”. 

Brian se encontraba muerto entre esos bloques. 

Mary deseaba que Pat encontrara a su hermano muerto porque quería ver el gesto de conmoción en su cara. Pero Pat decidió irse, y fue la policía quien encontró el cuerpo del pequeño Brian a las 11:10 de esa misma noche. 
Cuando lo encontraron, Brian se hallaba cubierto de pasto. Había sido estrangulado; y a su lado se encontraron unas tijeras rotas tiradas en el pasto. 

Tenía marcas en sus muslos y sus genitales habían sido parcialmente desprendidos. 
Trozos de cabello le habían sido cortados, las heridas eran bastante grotescas. 
“Existía una terrible sensación de juego, algo de ternura y de alguna manera, el toque juguetón hacía ver monstruoso aquel asesinato”, dijo el inspector James Dobson. 

Los informes de la Policía concluyeron que Mary Bell volvió al lugar del crimen con una navaja para escribir una "N" en el estómago del niño, luego, con esa misma navaja pero con otra mano, formó la "M". 

Durante el verano de 1968, los habitantes de Scotswood se encontraban bastante asustados por los acontencimientos; la policía procedió a entrevistar a todos los niños de entre tres y quince años. 

Entre los niños sospechosos se encontraban Mary Bell de 11 años y Norma Bell de 13 años. Mary era demasiado evasiva y actuaba de manera bastante extraña, Norma estaba emocionada por el asesinato y se dedicaba a sonreír, como si todo fuera un juego; dijo un policía. 

En la declaración oficial de Mary, ella mencionó las tijeras que se encontraron al lado del cadáver, lo cual era una evidencia confidencial, pues en ese momento ella se incriminó sola, y se podía suponer que tanto Mary como Norma, habían visto morir a Brian y que alguna de las dos o ambas era la asesina. 

Norma fue interrogada por segunda ocasión por el inspector Dobson, y esta vez ella confesó que Mary le dijo que ella había matado a Brian, y que después la llevó a ver el cadáver, advirtiéndole no decírselo a nadie. 
Cuando vio a Brian, Norma sabía que estaba muerto, pues tenía los labios morados. 
En ese momento, Mary pasó sus dedos por los labios de Brian y le dijo que lo había disfrutado. Al concluir su interrogatorio la policía no perdió tiempo y fueron por Mary, pero ella parecía estar muy tranquila y no aceptó nada, Mary reflejaba estar en un juego de policías y ladrones y nada la ponía nerviosa, como si supiera lo que iba a pasar y cuál era el proceso policial. 

Debido a muchas contradicciones las dos niñas fueron acusadas de asesinato y encarceladas en la estación de policía, en espera del juicio. 

El juicio

Mary y Norma fueron llevadas a juicio, el 5 de diciembre de 1968. 
El proceso judicial duró de nueve días, y la Corte estaba abarrotada por la prensa. 
En el juicio se le preguntó a Mary que cómo ella sabía que Martin había sido estrangulado, tomando en cuenta que este dato se mantuvo todo el tiempo como confidencial; también el forense incriminó a Mary al demostrar que se encontraron fibras del vestido de Mary en los cuerpos de las dos víctimas. 

Igualmente se encontraron fibras del vestido de Norma en los zapatos de Brian, pero la duda permanecía, de qué tanta culpa podría tener Norma en los homicidios, se dice que lo que realmente se trataba de averiguar en ese juicio era si Mary era una pequeña niña trastornada o en verdad se trataba de un monstruo, una mala semilla. 

El 17 de diciembre de 1968, Mary Bell fue absuelta del cargo de asesinato pero fue condenada por "asesinato en segundo grado debido a su falta de responsabilidad", el jurado tomó esta decisión luego de escuchar los resultados psiquiátricos de la niña que decían que tenía los clásicos síntomas de una psicopatía. Fue sentenciada a la llamada pena "at Her Majesty's Pleasure", es decir, una sentencia a prisión indefinida. Norma fue absuelta de ambos cargos. 

Desde el momento en que fue convicta, Mary fue un centro de atención de la prensa británica y de la revista alemana Stern. La madre de la niña, vendió en varias oportunidades historias acerca de ella y dio muchas entrevistas a la prensa sobre Mary, escribiendo historias y diciendo que eran de la niña. Mary ganó los titulares cuando en septiembre de 1979, escapó brevemente de la custodia de la prisión. 

El veredicto

Mary obtuvo la pena por homicidio; pero lo que no estaba muy claro era qué tan severo sería el castigo que se le impondría a Norma. 
La defensa tenía que probar que Mary estaba psicológicamente enferma y que no comprendía la magnitud de sus actos. 

Después de los testimonios de las niñas, la corte llamó a los psiquiatras que las examinaron y su opinión fue: "Nosotros creemos que esta niña tiene que ser puesta en manos de una institución mental, ya que padece de una personalidad psicópata, demostrada en la falta de estima y cariño hacia los seres humanos y la propensión a actuar por impulso sin pensar en las consecuencias". 

Los jueces tardaron un buen rato en deliberar las sentencias, y Norma tembló de emoción cuando la encontraron inocente de los cargos que se le imputaron en ambos homicidios, pero fue puesta bajo supervisión psiquiátrica. 

Sin embargo, Mary fue encontrada culpable de asesinato en ambos casos por: "asesinato, por delegar responsabilidad y buscar complicidad". 
Su detención sería por tiempo indeterminado. 

Después, las familias de los niños asesinados, declararon que poco después de las muertes, habían sido interrogadas por Mary Bell, con preguntas como: "¿Extraña a su hijo?", "¿Le duele que haya muerto?", inclusive con un tono de burla. 

Entre otras declaraciones, Mary dijo: "Siento placer lastimando a los seres vivos, animales y personas que fueran más débiles que yo, que no se pudieran defender". 
Esta declaración conmocionó a todo el pueblo. 

Después de la cárcel

Aparentemente recuperada y rehabilitada, Mary fue liberada a los 23 años, el 14 de mayo de 1980, su primer trabajo fue en la enfermería local para niños, pero determinaron que éste era un trabajo inapropiado para ella. 
Después regresó a casa con su mamá, y conoció a un joven que la dejó embarazada, pero ahora la polémica se trataba de si a la mujer que había matado a dos niños se le debía permitir que se convierta en madre. 
Ella luchó arduamente por su derecho a ser madre, alegó que ahora era otra persona, que se había reformado y que se arrepentía de lo que había hecho en su infancia; su hijo nació en 1984. 

Mary alega que desde el nacimiento de su hijo ha tomado una nueva conciencia acerca de los crímenes que cometió, que de alguna manera ocurrió una transición dentro de ella, debido al tratamiento apropiado que recibió, pasó de ser una niña asesina a una madre cariñosa. 

Eventualmente conoció a un hombre del cual se enamoró, se fue a vivir a un pequeño pueblo, pero los oficiales tenían que avisar a las autoridades locales de su presencia, así es que de inmediato los habitantes de ese pueblo organizaron marchas, exigiéndole a la asesina que se marchara. 

Esta hija no supo del pasado de su madre hasta que los periodistas encontraron la localidad donde estaban, que fue cuando ambas tuvieron que salir de ahí con sábanas sobre sus cabezas. Originalmente, la identidad de esta hija fue protegida hasta que ella cumplió los 18 años. Sin embargo, el 21 de mayo de 2003 Bell ganó una batalla legal en la Corte Suprema para lograr mantener su anonimato y el de su hija por el resto de sus vidas.







Cayetano Santos Godino: ¨El Petiso Orejudo¨




Mejor conocido como "El Petiso orejudo", nació en Buenos Aires el 31 de Octubre de 1896, hijo de inmigrantes calabreses, Fiore Godino y Lucía Ruffo, y tenía siete hermanos. Su padre era un alcohólico golpeador, enfermo de sífilis. 



Entre los cinco y diez años Cayetano concurrió a varios establecimientos educativos, de donde siempre era expulsado. Prefería vagar por las calles que asistir al colegio. 



El Inicio de los Crímenes 


El 28 de Septiembre de 1904, con tan solo 7 años de edad, a base de engaños, llevó a Miguel Paoli de 21 meses de edad, a un terreno baldío, donde lo golpeó y lo arrojó sobre un montón de espinas, fueron encontrados por un vigilante y llevados a la comisaría donde fueron recogidos por sus respectivas madres. 

En 1905, llevó a su vecina Ana Neri, de 18 meses de edad a un terreno baldío, donde la colocó en el suelo y comenzó a golpearle la cabeza con una piedra. Igual que la vez anterior, fue descubierto y detenido, pero lo liberaron esa misma noche. 

Por esa época, se hizo amigo de Alfredo Tersi, casi de la misma edad, quien le enseño a robar relojes a los albañiles y luego venderlos en la calle Libertad. 

En un día de Marzo de 1906, llevó a una niña de 18 meses de edad a un terreno baldío, donde intentó estrangularla y luego la enterró viva en una zanja y la cubrió de latas. De este suceso nadie se enteró. 

Se dice que Cayetano pasaba su tiempo torturando animalitos, hasta que su padre encontró un pajarito muerto en su bota y una caja llena de estos bajo su cama. Lo denunció a la policía y el 5 de Abril de 1906, Cayetano fue recluido en la Alcaldía Segunda División por poco más de 2 meses. 

El 17 de Enero de 1912, Cayetano se introdujo en el corralón de Corrientes y Pueyrredón, tomó los libros de contabilidad y les acercó un fósforo encendido, provocando un voraz incendio que los Bomberos tardaron 4 horas en apagar. 

El 9 de Septiembre de 1908, Cayetano tomó a Severino González Caló, de 22 meses de edad y lo llevó hasta un jagüel de animales que estaba frente al Colegio del Sagrado Corazón. Tiró al niño al jagüel y lo cubrió con una tabla con el objetivo de ahogarlo. Cayetano fue descubierto por el dueño del corralón y un peón, y fue llevado a la comisaría donde fue recogido al día siguiente. El 15 de Septiembre trató de quemar en los párpados con un cigarrillo Julio Botte de 20 meses, que se encontraba sentado en la puerta de su casa. 

El 6 de diciembre los padres volvieron a llevarlo a la comisaría, pero esta vez permaneció encerrado tres años en la Colonia de Menores de Marcos Paz, aprendió a leer y escribir rústicamente. Lejos de regenerarlo, Marcos Paz preparó a un asesino en potencia que entregó a la sociedad. A petición de sus padres fue liberado el 23 de diciembre de 1911. 

Año de 1912

El 26 de Enero de 1912, el menor Arturo Laurora de 13 años de edad, fue encontrado muerto en una casa desocupada en la calle Pavón. La casa se encontraba disponible para alquilar y dos personas que la visitaban encontraron el cuerpo en una pequeña sala contigua a la cocina. El cuerpo se hallaba en posición de cubito dorsal, con las piernas extendidas y entreabiertas, el brazo izquierdo extendido, formando un ángulo de 90 grados con el cuerpo y el brazo derecho flexionado. Solamente llevaba una camisa con manchas de sangre. Sobre el piso, tirados, se hallaron un pantalón azul, una correa con hebilla y unos zapatos de hule. Alrededor del cuello un piolín atado a un cordel. El joven había desaparecido de su casa el día anterior. Todas las pistas llevaban a una supuesta banda implicada en el delito de corrupción de menores, sin embargo el caso quedó impune. 

Después de salir de Marcos Paz, Cayetano fue a vivir con su familia y sus padres le encontraron empleo en una fábrica, pero sólo trabajó por 3 meses. A partir de entonces y cada vez que se encontrada desempleado, Cayetano vagaba por la ciudad y frecuentaba gente y lugares de bajísimos niveles morales. Todos los días llegaba muy tarde a su casa y dormía hasta la hora del almuerzo. Ya en el barrio se le conocía como el "Petiso Orejudo". 

El 7 de Marzo, incendió el vestido de Reyna Vainicoff, de 5 años de edad, quien murió días después en el Hospital de Niños. En julio de ese año, Cayetano incendió un aserradero que había en la calle San Juan y Artes y Oficios y un corralón de polvo de ladrillo existente en la calle Garay. En ambos caso el fuego fue controlado rápidamente y no hubo consecuencias graves. 

El 24 de Septiembre, mientras trabajaba como conchabo en el corralón de Paulino Gómez, el Petiso asesinó de 3 puñaladas a una yegua, pero no fue detenido por falta de pruebas. Algunos días después, incendió la Estación Vail de la compañía de tranvías Anglo-Argentina, incendio que fue apagado por los bomberos. 

El 8 de Noviembre, Cayetano encontró a Roberto Russo de 2 años, en la puerta de su domicilio y se lo llevó con la promesa de comprarle dulces. Lo llevó a un alfalfar en la calle Quintino Bocayuba, lo tendió en el piso y le ató el cuello con 2 vueltas de piolín y los pies con una cinta negra. Fueron descubiertos por un peón y se presentó con un vigilante. Ante la situación, Cayetano dijo que había encontrado al niño y lo estaba salvando. Fue detenido y procesado por tentativa de asesinato, aunque por falta de mérito fue puesto en libertad el 12 de Noviembre. 

Cuatro días después, el Petiso tomó a Carmen Ghittoni de la puerta de su casa y la llevó a un baldío, donde luego de ver a un vigilante, decidió entregarla y regresar a su casa. El 20 de Noviembre, raptó a Catalina Neolener de la esquina de Constitución y Múñiz y se dirigía por Directorio hasta que la chica se detuvo frente al zaguán de la casa de Enrique Schmitz, quien luego de escuchar los gritos de la pequeña, salió en su rescate. Cayetano huyó al instante. A fines de Noviembre, el Petiso atacó de nuevo, incendió 2 galpones, los incendios fueron apagados rápidamente y no fue necesario llamar a los bomberos. 

La Horrenda muerte de Jesualdo Giordano 

El 3 de Diciembre de 1912, el Petiso encontró a Jesualdo jugando fuera de su domicilio, lo alzó y se alejó del lugar. En la esquina ingresó al almacén Barlaro y compró 2 centavos de caramelos de chocolate. Le dio 2 caramelos y caminó hasta Progreso y Catamarca doblando hacia el sur. En su recorrido fue visto por la menos Olimpia Moggia y el canillita Francisco Pelusso. Al llegar al portón de la Quinta Moreno, existente en Catamarca y 15 de Noviembre de 1889. Cayetano ingresó con Jesualdo prometiéndole un nuevo caramelo. Estiró a Jesualdo en el piso y colocando la rodilla derecha sobre el pecho, le rodeó el cuello con un piolín que llevaba en el bolsillo y le dio 13 vueltas, lo anudó y apretó con el objetivo de estrangularlo; pero como el nene quiso levantarse, el Petiso tomó el piolín que usaba para ajustarse los pantalones, lo cortó en 3 partes con un fósforo y con una de las partes ató las piernas del pequeño y luego las dos manos a la altura de sus muñecas. Como el chico seguí con vida, Cayetano le dio varios golpes en la cara y se le ocurrió la escalofriante idea de perforar su cráneo con un clavo. Cuando salió en busca del clavo, se topó con el padre de Jesualdo quien le preguntó por el paradero de su hijo, Cayetano dijo que fuera a la Comisaría, porque él no sabía nada. Esto fue visto por Pelusso y la vecina Antonia de Rici. Cayetano regresó a la Quinta por Brasil y luego de encontrar el clavo, se dirigió a Jesualdo, que ya estaba muerto. Pensando que todavía vivía, el Petiso tomó una piedra y le introdujo el clavo en el costado de la cabeza. Luego cubrió el cuerpecito con una chapa y se dirigió a casa de su hermana. Minutos después, el padre de Jesualdo descubrió el cadáver de su hijo. 

Reconstrucción de los hechos

Luego de los primeros interrogatorios, la policía ya sabía de quién se trataba, quién era el asesino. A las 5 de la tarde, Cayetano regresó de la casa de su hermana y fue a ver la reconstrucción del crimen. A las ocho fue al velorio de Jesualdo. Allí se acercó al cadáver y le tocó la cabecita para comprobar los efectos del clavo. Aterrado se marchó a su casa y volvió a salir a las ocho y media para comprar la edición vespertina de La Prensa y guardó el recorte sobre el crimen. Luego de las declaraciones de los testigos, la policía decidió detener a Cayetano Santos Godino. A las 5:30 de la mañana del 4 de Diciembre de 1912, fue detenido en su casa. Al instante se le encontró el recorte del diario y el piolín quemado. En la camiseta y en las alpargatas todavía se veían las manchas de sangre. En la indagatoria del 4 de Diciembre, Godino confesó ser el autor del asesinato de Giordano, además de explicar todos sus otros atentados. Explicó que mataba para experimentar la voluptuosidad del dolor y la agonía de las víctimas. Para sorpresa de todos los presentes, Godino también declaró ser el autor del homicidio de Laurora. 

Años en la cárcel

el 4 de Enero de 1913, el Petiso Orejudo ingresó en forma preventiva al Hospicio de las Mercedes, en donde volvió a mostrar sus instintos asesinos intentando matar a varios internos. El juez Oro comenzó a pedir a distintos médicos, respectivos informes sobre el prematuro criminal de 16 años. Las conclusiones finales del binomio integrado por los doctores Negri-Lucero, dijeron que Godino era un alienado mental; un degenerado hereditario, imbécil e irresponsable. A su vez, los doctores Cabred y Esteves determinaron que Godino se hallaba atacado de alienación mental y que la misma revestía la forma de imbecilidad incurable, siendo totalmente irresponsable de sus actos. El 5 de Diciembre, ante la implacable realidad reflejada en los informes médicos, Oro declaró al Petiso irresponsable de sus actos y lo sobreseyó definitivamente decidiendo su continuidad en el Hospicio de las Mercedes. Casi un año más tarde en la Sentencia de Segunda Instancia, Godino volvió a ser absuelto por el juez Ramos Mejía. Finalmente el 12 de Noviembre de 1915, por no ser un imbécil absoluto, tal como lo exigía el inciso 1° del artículo 81 del Código Penal, Godino fue condenado por la cámara de apelaciones a sufrir la pena de cárcel por tiempo indeterminado. Al fundamentar su fallo, la Cámara sostuvo que el Petiso había mejorado desde el punto de vista Psíquico a lo largo del proceso. El 20 de Noviembre de 1915, el Petiso Orejudo ingresó a la Penitenciaría Nacional. Allí terminó de aprender a leer y escribir. 



En Diciembre de 1922, se decidió que la prisión de Ushuaia pasara de ser cárcel de reincidentes a ser prisión para condenados por tiempo indeterminado. El 28 de Marzo de 1923, Godino ingresó a dicho penal. Era el preso de la celda 90. a principios de 1933, un famoso cronista de Caras y Caretas, Juan José de Soiza y Reilly hizo un viaje por el sur y al llegar a Ushuaia, tuvo la oportunidad de entrevistar al Petiso y allí fue que se enteró que éste hacía poco que salía del hospital de la cárcel debido a que luego de partirle el espinazo a dos gatitos que eran mascotas de los presos, éstos le habían propinado una tremenda paliza. En Ushuaia, Godino tuvo una conducta ejemplar. La familia lo dejó completamente solo y nunca respondieron sus cartas; algunos indican que habían vuelto a Italia. 




El Petiso en edad adulta 



A partir de 1935, Godino estuvo prácticamente siempre estuvo enfermo hasta su muerte que ocurrió el 15 de Noviembre de 1944, supuestamente a causa de una hemorragia interna causada por el proceso ulceroso gastroduodenal que lo había tenido a mal traer a lo largo de aquellos años. Sin embargo, las causas de su muerte nunca estuvieron claras. Hasta entonces Godino sobrellevó sus días en Ushuaia siempre maltratado, sin amigos y sin visitas. El penal de Ushuaia fue clausurado en 1947. cuando el cementerio fue removido, sus huesos ya no estaban. 



Muchos lo admiraron y convirtieron su nombre en sinónimo de lo criminal. Hasta la fecha, “El Petiso Orejudo” ha sido materia de diferentes estudios, biografías y ensayos, sobre todo en Argentina, aunque su celebridad criminal ha trascendido las fronteras de su patria. 


Su fama inspiró, además de canciones, ensayos, pinturas, novelas y un cortometraje estudiantil, una película multipremiada: El niño de barro, donde se retoman algunos de los momentos más escalofriantes de la vida del niño asesino de Argentina.







Jesse Harding Pomeroy - El Niño Psicópata


Uno de los primeros casos conocidos acerca de niños asesinos es el del norteamericano Jesse Harding Pomeroy, nacido el 29 de Noviembre de 1859 en el pueblo de Charleston, Massachusetts. Fue el segundo hijo de Thomas y Ruthann Pomeroy, personas que vivían en la medianía económica de ese entonces. Se dice que el padre de familia era un sujeto abusivo y alcohólico, no muy diferente de la gran mayoría de hombres de su condición. Por cualquier motivo que lo enfureciera, llevaba a sus hijos a una cabaña donde los desnudaba y aporreaba hasta aplacarse. De estas palizas Jesse no asimiló la idea de la buena conducta, sino una forma pervertida del placer y la diversión.

De acuerdo a los relatos de la época la apariencia de Pomeroy inspiraba miedo. El mismo estaba conciente de que era un sujeto diferente. Su cuerpo era muy grande para su edad, así como su cabeza, orejas y rasgos faciales poco favorecedores. Su ojo derecho carecía de iris y pupila, confiriéndole un aspecto aterrador. Ni su propio padre podía mirarlo sin experimentar un escalofrío.

Como siempre ocurre, en consecuencia o a causa de ser diferente, Pomeroy era un sujeto retraído y solitario. Nadie lo recordaba sonriendo pero si por sus extraños ataques nerviosos que de vez en cuando lo atacaban. Por lo tanto durante su tierna niñez seguramente fue pasto de los niños abusadores de su barrio.

En casa de la familia Pomeroy no podía haber mascotas. De forma inesperada, aparecían muertos. Una vez, los canarios de la señora Pomeroy aparecieron con las cabezas arrancadas y después de que descubriera a Jesse torturando al gato de los vecinos, se decidió que no entrarían más animales al domicilio. Esta conducta violenta contra los animales forma parte de la clásica triada fatídica observada en la mayoría de los asesinos seriales del mundo. Los animales constituyen la experimentación del sadismo y la violencia que en un futuro el psicópata ha de aplicar a sus semejantes.

En una suerte de lenta pero trágica evolución, Pomeroy decidió descargar sus locuras contra nuevas presas, eligiéndolas de acuerdo a su edad, niños más pequeños que él. El primero fue el niño William Paine que fue hallado un día de diciembre de 1871 por dos hombres que caminaban por una calle solitaria. Habían escuchado un lloro quedo y apagado y al acercarse a una pequeña cabaña pudieron escucharlo con mayor claridad y al entrar quedaron sorprendidos al ver al pequeño niño de 4 años colgar de las manos, que estaban atadas con una cuerda suspendida del techo del lugar. Apenas consciente lloraba Paine, cubierta su espalda de laceraciones y fuertes moretones. No pudo denunciar a su atacante.

Maier reportó que mientras Pomeroy lo vapuleaba se masturbaba disfrutando el sufrimiento que le provocaba. Al terminar lo soltó y le juró que lo mataría si lo delataba con alguien. Después huyó del lugar. La policía comenzó a actuar interrogando numerosos adolescentes de cabello castaño. Los medios comenzaron a mostrarse nerviosos y los padres advertían fervientemente a sus hijos no juntarse ni hablar con extraños en la calle. Por alguna razón la descripción del sádico bribón derivó en la de un adolescente de barba y pelirrojo. Mientras tanto el lampiño y castaño Jesse Pomeroy escapaba con comodidad de la búsqueda policial.

El siguiente golpe, a mediados de Julio, fue contra un niño desconocido de 7 años a quien le fue propinado el mismo tratamiento que a los demás, es decir una feroz paliza hasta que Pomeroy alcanzó el orgasmo. Esta vez la policía ofreció una recompensa de $500 dólares a quien ayudara en la captura del "sádico bribón" como era llamado el adolescente que atormentaba los niños de Boston.

Esta vez elevó el nivel de sus atrocidades, mordiéndole un cachete y arañándolo profundamente en la piel. Varias veces le enterró una larga aguja en diversas partes del cuerpo. Intentó inclusive clavársela en un ojo, pero Pratt logró colocarse en posición fetal antes que Pomeroy lograra su objetivo. Por fortuna, el sádico bribón había saciado su sed de violencia y huyó del lugar no sin antes morderle un glúteo al desafortunado niño. Una vez visto el caso por las autoridades concluyeron que no podía ser obra más que de un sujeto demente, entonces temieron lo peor, que continuara la racha de ataques.

El siguiente desventurado fue el niño de 6 años Harry Austin con quien Pomeroy evidenció que su depravación aumentaba en espiral, aparte de la usual paliza, esta vez empleó su navaja de bolsillo para apuñalar en brazos y hombros a su víctima. Se disponía a rebanarle el pene cuando fue interrumpido ante la cercanía de unas personas. Pocos días después atacó al niño Joseph Kennedy a quien a la vez que aporreaba lo obligaba a recitar oraciones religiosas plagadas de obscenidades. A Kennedy le provocó una fuerte cortada en la cara con su cuchillo y luego lo llevó a la orilla del mar para echarle agua salada en las heridas. El chiquillo de 5 años Robert Gould fue el siguiente en caer engañado por Pomeroy quien le había prometido llevarlo a ver soldados, para luego someterlo cerca de una estación de trenes. Cuando amenazaba al chico con la punta de su navaja en el cuello, Pomeroy se dio cuenta que era observado por unos ferrocarrileros y tuvo que huir. Para fortuna de la policía Gould aportó pistas más concretas, como que su atacante era un joven adolescente de cabellos castaños y un ojo totalmente blanco.
A fines de 1872 la policía efectuaba visitas a las escuelas del sistema público de Boston con la esperanza de encontrar al sádico bribón a quien creían, pronto se convertiría en un temible homicida. Un día de Septiembre visitaron la escuela de Pomeroy, pero el joven Kennedy no podía identificar entre los alumnos a su atacante. Ese mismo día que la policía había visitado su salón, Pomeroy al regresar a su casa, decidió darse una vuelta por la estación policial y al pasar tan cerca, fue súbitamente identificado por Kennedy quien continuaba con sus declaraciones. No esta muy claro el porque de esta conducta pero es muy posible que Pomeroy haya estado involucrado en una suerte de juego del gato y el ratón con la policía. Eso ha ocurrido muchas veces con psicópatas de ese estilo. Cuando Pomeroy pasaba, Kennedy lo alcanzó a ver en la estación y logró hacer que la policía persiguiera al sádico bribón que inmediatamente fue puesto bajo arresto. A pesar del intenso y severo interrogatorio, Pomeroy se mantuvo tranquilo clamando su inocencia en todo momento. Lo despertaron a media noche en la celda donde había sido confinado y con la amenaza de ser encarcelado por 100 años, finalmente Jesse Pomeroy se dio por vencido. Al día siguiente fue llevado para que todas sus víctimas lo identificaran lo cual parece ser ocurrió sin mayor problema. Entonces lo que faltaba era que un magistrado le dictara sentencia. Como se esperaba, su madre testificó a favor de Pomeroy, porque no podía ser de otro modo. Cuando le preguntaron por qué lo había hecho, solo atino a decir "no pude evitarlo..." a la vez que agachaba su cabeza en señal de vergüenza. La sentencia fue el ingreso a un reformatorio juvenil hasta que cumpliera 18 años, es decir la mayoría de edad. Madre e hijo psicópata abandonaron en lágrimas la corte según las crónicas de la época.
El reformatorio juvenil Westborough se convirtió en el siguiente hogar de Jesse Pomeroy. Aquel lugar albergaba a jóvenes infractores y a muchachos malcriados o difíciles de tratar a quienes sus padres enviaban ahí para quitarse un gran peso de encima. Instituciones de este tipo difícilmente reformaban a alguien en esa época. Simplemente el hecho de encerrar bribones peligrosos provocaba en ellos la aparición de una mentalidad salvaje y oportunista en que los más fuertes sometían al resto.

No pasaron ni los dos meses en libertad cuando Pomeroy atacó cuando la oportunidad se presento a la puerta de la tienda de su mama. El 18 de Marzo de 1874 muy temprano Jesse efectuaba la limpieza y platicaba con un empleado de apellido Kohr, de la misma edad que Pomeroy cuando llegó la niña Katie Curran a preguntar por un cuaderno de notas. La chica explicó que tenía un nuevo profesor y deseaba un cuaderno nuevo. Para su desgracia la primera tienda que había visitado no tenía ya la mercancía solicitada. Inmediatamente Pomeroy urdió una treta para tener a la jovencita. Dijo que quedaba un cuaderno pero manchado de tinta y que había que buscarlo dentro de la tienda, entonces mandó al ayudante Kohr con el carnicero a conseguir comida para las mascotas dejando libre el camino para sus obscuros deseos. La inocente chica siguió a Pomeroy a unas escaleras que daban a un especie de sótano en el edificio, confiada en la explicación de que abajo también tenían una tienda. Solo al final pudo darse cuenta que había sido engañada, pero era demasiado tarde. Fue sometida velozmente por Pomeroy quien con su navaja de bolsillo la degolló brutalmente. Cuando el cuerpo fue descubierto su avanzado estado de descomposición hizo muy difícil conocer el grado de daños que había recibido. Después de asesinar a la pequeña Katie, Pomeroy se lavó la sangre y regresó al puesto a seguir trabajando como si nada hubiera ocurrido. El cadáver permaneció donde lo había dejado sin que nadie notara nada extraño hasta que la policía fue a rescatarlo.
La madre de Curran comenzó a buscarla a la hora de que la niña había salido de su casa. Su búsqueda resultó infructuosa y con escasa cooperación de la policía quienes en todo momento evitaron incriminar a Jesse Pomeroy en la desaparición de Katie, a pesar de la declaración del ayudante Kohr y del turbio pasado reciente del sádico bribón. Luego apareció un testigo que aseguró haber visto como Katie Curran había sido introducida a un vagón de tren, entonces la policía determinó que se trataba de un secuestro y el caso quedó congelado.

La sed de sangre de Pomeroy estaba lejos de terminarse tras el crimen contra Katie Curran, poco después seguía en lo mismo, en busca de algún ingenuo chico a quien engañar con la promesa de dinero, dulces o lo que fuera para llevarlo a un sitio apartado donde asaltarlo. Y tal iba a ser el destino del chico Harry Field a quien le prometió unos centavos por llevarlo a una calle que dijo no saber como llegar a ella. Una vez que dieron con el lugar, Pomeroy se tornó violento y amenazó al chico con matarlo si gritaba. Para la enorme fortuna de Harry ocurrió que cuando iban por la calle, un rapazuelo vecino de Pomeroy apareció en el camino y comenzaron a gritarse de un lado de la calle a otro, ese momento fue aprovechado por Harry para huir corriendo y no paró hasta llegar a su casa.

Trágicamente el siguiente niño en caer en las garras de Pomeroy no tuvo la misma buena suerte que Harry Field. El niño Horace Millen se encontró con el sádico bribón en la calle y fácilmente cayó envuelto en las tretas que siempre aplicaba para llevar lejos a sus víctimas. Antes de eso, entraron a una pastelería por un bocadito que felizmente iban comiendo ambos durante el camino a las partes pantanosas y solitarias del sur de Boston. Esta vez numerosos testigos vieron a la inusual pareja de "hermanos" caminar por las calles y fuera de la ciudad. Una señora testificó acerca de lo extraño que lucía el chico mayor, quien irradiaba una rara felicidad y excitación mientras caminaba de la mano del niño pequeño quien a su vez provocó extrañeza por sus buenas ropas que portaba.
De acuerdo a Pomeroy, cuando llevaba a Millen de la mano hacia un lugar apartado casi no podía controlar sus impulsos y supo desde el primer momento que quería asesinar al niño de 4 años. Esta vez quería estar seguro que nadie lo interrumpiera y por eso caminaron largo rato hasta llegar a un paraje arenoso donde se sentaron a descansar. Horace Millen aún no se daba cuenta que la promesa de ir a ver un barco de vapor no era mas que una excusa del sádico bribón para asesinarlo. Con su cuchillo de bolsillo Pomeroy descargó un furioso ataque a la garganta del inocente chico, a pesar del sangriento ataque, Millen no había muerto y peleaba por su vida. De acuerdo al reporte del forense había numerosas heridas de las llamadas defensivas en brazos y manos. Pero un niño de 4 años gravemente herido no era remotamente rival de un joven psicópata. Se contaron hasta 18 heridas en el tórax y lo más impactante fue ver como las uñas de las manos estaban firmemente incrustadas en las palmas como evidencia de la agonía y atroz muerte experimentada por el niño Horace Millen. Cuando su cadáver fue lavado apareció su ojo apuñalado también, así como heridas profundas en el escroto lo cual indicaba el intento de castrar al niño.
Unos niños que jugaban en la playa descubrieron el cuerpo e inmediatamente avisaron a unos señores que cazaban patos en las cercanías. Para ese entonces la familia de Horace ya lo buscaba por todos lados y el padre de familia ya había reportado la desaparición a la policía. Para la noche a las 9, la familia era informada de la muerte de su hijo. Inmediatamente vino a la mente de las autoridades el sospechoso número uno, aquel chico despiadado que gustaba de torturar niños pero no podía ser posible que fuera el, dado que purgaba condena en un reformatorio juvenil. Tardo poco en que se confirmara la aterradora realidad, aquel sádico bribón había sido puesto en libertad condicional no hacía mucho tiempo. Se despachó una patrulla a su casa y a pesar de las airadas protestas de Ruthann Pomeroy el chico fue conducido a la policía.

La defensa de Pomeroy se concentró en el crucial debate acerca de la locura de su cliente o que simplemente estuviera mentalmente enfermo. Pero quedó definitivamente establecido que su defendido conocía y admitía que sus actos estaban mal, por lo que la batalla legal fue perdida sin remedio. Jesse Pomeroy fue sentenciado a la horca, sin embargo no hubo gobernador alguno que se atreviera a firmar la sentencia. Ya fuera por convicción personal o por cálculo político en tiempos electorales la decisión respecto al sádico bribón tomó mucho tiempo y continuos aplazamientos. Y es que era muy difícil para la autoridad ejecutar a un chico de 14 años ¡Jamás había ocurrido la necesidad de ejecutar a un hombre tan joven en la historia penal de la nación! Todos se iban pasando la patata caliente de mano en mano. Finalmente el gobernador Alexander Rice tomó una decisión, tras escuchar el veredicto de un panel de asesores quienes recomendaban la ejecución como solución final a este molesto asunto público. Rice entonces aceptó que el castigo debía ser ejemplar pero no la pena capital y sin publicitar su decisión, impuso la cadena perpetua para Pomeroy, no solo eso, esta debía ser cumplida en solitario. Era algo así como enterrar vivo al sádico bribón.




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